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En este libro, uno de los tres escritos que nos legó el hombre más sabio, el Rey Salomón, se puede apreciar su grandeza. Si bien analizando los versículos, se pueda percibir cierta simpleza en algunos de sus consejos, la verdadera grandeza radica en saber transmitir las verdades de la vida de manera sencilla. Es importante saber que el verdadero grande es aquel que vive con sencillez y transmite conocimientos simple y claramente, sin ambigüedades (Rabí Shemuel Perets). Además, cada una de estas enseñanzas meramente muestra un aspecto simple, pero esconde realmente profundos mensajes. Eso es lo que expresa el midrash: “¡¿Acaso Shelomó Hamélej- con toda su sabiduría- nos viene a decir… [algo tan obvio]?!” (citado en su entereza al v. 3:2; ver ahí donde el midrash extrae una lección más profunda de lo que se advierte a primera vista; esto es cierto en cada uno de los versículos).

 

Uno de los objetivos que proyectó Shelomó Hamélej al redactar este libro es alejar al hombre de los deseos mundanos y del anhelo por los bienes materiales (basado en el Rúaj Jayím). Recordemos que, como se señala en el comentario al primer pasuk, este libro fue escrito gracias al don de la profecía (Targúm). Por lo tanto, no hay que apresurarse en descartar las máximas que pronuncia. Más bien, se deben analizar detenidamente para poder apreciar su grandeza y el mensaje que quiso impartir.

 

Nuestros jajamim quisieron ocultar el Libro de Kohélet para que no sea accesible a nadie porque da la apariencia que tiene contradicciones internas y también parece contradecir las palabras de la Torá. No lo hicieron porque cada aparente dificultad se pudo resolver gracias a una profundización mayor (Shabbat 30b).

 

Ni siquiera el menor de los sabios escribiría un libro en el cual se hallasen contradicciones internas, obviamente y con más razón esto es cierto en lo concerniente al hombre más sabio. Por lo tanto, debemos esforzarnos en hallar las respuestas correctas a tales contradicciones (basado en las palabras del Ibn Ezrá, comentario al versículo 7:3).

 

Sin embargo, cabe la pregunta, ¿por qué Shelomó Hamélej escribió de manera tal que da esa primera impresión? Es posible responder: Uno de los métodos que nos ayudan a profundizar es precisamente estudiar un texto que presenta ciertas dificultades. El texto bíblico ha sido analizado así durante los siglos por generaciones de comentaristas. Cuando se presenta algo ininteligible o que aparenta refutar otras secciones de la Torá, nuestros exegetas examinan detenidamente todo el entorno de dicho pasaje y toman la palabra- así se han forjado los grandes comentarios de todas las épocas. Sin embargo, para ello se requiere saber cabalmente la lengua de la Torá, cómo interpretarla y cómo no. Para ello, Dios ha transmitido reglas de hermenéutica. Cada cosa tiene un contexto, y cuando es sacada de éste, se generan interpretaciones erradas. Si alguien analizase cierto documento de una determinada época fuera del contexto histórico y dejando a un lado la base de la cultura que lo produjo, se tergiversará la intención de dicho escrito. Lo mismo es cierto con el texto de nuestra Torá, por lo tanto, no se debe apresurar el intelecto moderno en interpretarlo de acuerdo a las bases que ya posee (basado en las palabras de Rabí David Gottlieb).

 

Con respecto a Shelomó Hamélej, sabemos que era extremadamente opulento y tenía mil mujeres (ver el comentario al pasuk 7:28). El individuo puede llegar a errar y pensar que era un sibarita, jas veshalom. El gran erudito del siglo pasado, Rabí Eliahu Dessler, aclara que no sintió ningún placer físico en todo aquello que realizó. Más bien, su pensamiento estaba constantemente apegado al amor al Todopoderoso. En todo lo físico solamente halló la manera de cómo incrementar su amor a Él. Su corazón no poseía ni el más ínfimo deseo de placer terrenal. Todo lo utilizó como un medio para apegarse más aún al Creador, sin la más mínima interrupción- e incluso al realizar cualquier acto físico (véase el Mijtab Meeliahu Tomo III, páginas 150-151). Por lo tanto, es sumamente importante mantener este pensamiento en la mente mientras se estudia este libro, ya que es muy fácil llegar a errar sobre la idea que se debe tener de este gran rey.

 

Una última palabra antes de empezar la obra en sí: Los términos usados en Kohélet tienen una definición clara en el hebreo y se deben tener en mente al estudiar la traducción. La interpretación en español de las palabras ha sido escogida para conformar, a grandes rasgos, los conceptos a los que se aluden en el original.

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